El pésame se da para expresar a los más allegados al difunto la pena por el deceso. En ocasiones los deudos, inmersos en un proceso de duelo, valorarán más las expresivas muestras de afecto que la palabrería. Por ello un abrazo y simples pero sentidas palabras de condolencia serán más que suficientes. Como dijo la psicóloga Sara Losantos: “Frente a la tentación de recitar emociones, frases hechas, palabras huecas… propongo el silencio, a veces es más útil la presencia sin más que nuestras palabras de consuelo”.
Manteniendo siempre la serenidad para no deprimir más a la persona, el pésame consiste en expresar cuánto sentimos la pérdida y las virtudes del difunto que calaron en nosotros. No se debe tratar de animar ni de hacer reír, no son momentos para el humor, ni tampoco debemos de tapar su dolor, pues el proceso de duelo es necesario y sano.
Las fórmulas más utilizadas en los pésames y condolencias son “te acompaño en el sentimiento” y “mi más sentido pésame”, aunque cualquier frase que nos salga de dentro y sea sincera será bienvenida.
Si no ha podido acudir al funeral, puede hacer llegar una nota de condolencia o llamar por teléfono para dar el pésame. Si la forma escogida es la nota de condolencia, se recomienda escribir a mano, para dar al mensaje un toque más personal y sentimental.
El pésame presencial puede darse en el velatorio o en el funeral. Si llegamos sólo para el funeral el pésame nunca se debe dar a la entrada de la iglesia sino después, a no ser que la familia comunique su deseo expreso de no recibir pésames a la finalización del acto, algo que ocurre con poca frecuencia.